Es posible cambiar el ADN
Tomando en cuenta el trabajo científico moderno sobre el cambio del ADN, se puede decir que no se llegará pronto a una transformación práctica. No obstante, esta labor es un buen paso a la argumentación de que, a pesar de todo, es posible cambiar el ADN. Tomando como ejemplo la quimioterapia, podemos ver que existe la posibilidad de matar las células cancerosas, pero al mismo tiempo se destruye el centro de su soporte. ¿Dónde está este punto? ¡En la cabeza!
Es un hecho muy interesante. Resulta que, al no entrar en contacto con el ADN el cerebro empieza a formar una construcción diferente. Pero este es un tema aparte. ¿Qué pasa en el proceso de la quimioterapia? Primero, se destruyen las células cerebrales, que les quita a células cancerígenas su soporte. Es decir, el cáncer hasta cierto grado, es una alteración en el esquema de la relación entre el cerebro y el ADN. Por eso, todo depende de la fuerza del cerebro. Si éste aguanta, entonces el paciente sigue vivo, si no – muere.
Luego la cuestión consiste sólo en los enzimas y las secreciones, que también están bajo el control del cerebro. Resulta que, si no lo ligamos a los procesos internos del cuerpo, entonces él mismo empieza a crearlos (si la naturaleza del ADN, desde luego, tiene inherentes cadenas más activas que la persona no usa). Es decir, un Arte tan antiguo como es la Alquimia Taoísta es casi la ciencia perfecta para el ser humano como tal. También aquí podemos hacer una referencia con el Budismo Zen o el Yoga Tibetano o del Himalaya, cuyo trabajo está orientado a la reunificación de la mente con la molécula del ADN. Lo mismo podemos destacar en la labor del bioquímico británico Joseph Needham quien estudia la alquimia china.
Para nosotros es importante que el cerebro siempre tiene un objetivo bioquímico, que es una parte principal de su forma de funcionar. Y si, por alguna razón, el cerebro está desconectado o es incapaz de procesar las cadenas superiores, entonces éstas empiezan a depender del ARN y el cerebro solo sirve a las proteínas y se ve obligado a encontrar una aplicación de sí mismo, formando de hecho las mismas células cancerígenas. O se destruye provocando, por ejemplo, Alzheimer.
Y aquí uno puede luchar un sinfín con esto, pero no se podrá hacer nada, dado que el cerebro se ha desconectado de la tarea de la construcción interna y empezó a reformarse. Es decir, él mismo forma la enfermedad y nada le impide hacerlo. Por supuesto, en una etapa temprana se puede cambiar su enfoque, pero para hacerlo hay que encontrar aquello que nutre la enfermedad, por lo que le impone al médico comprender el vínculo de la cabeza con el ADN y no leer que esto es imposible.
En general, hay que prestar atención a cabeza no cuando ya ha dejado de funcionar, sino cuando todavía está bien. Hay que saber considerar el cerebro no simplemente desde la posición de la bioquímica, sino de la alquimia, o sea ofrecerle una nueva experiencia y esfuerzo. Es algo a lo que la Alquimia se dedica. El alquimista trabaja, sobre todo, en el esfuerzo del cerebro y no en acumular un montón de información que ablande su ceso.
En realidad, el método de la doctora Statnikova sólo demuestra lo dicho. Este enfoque ofrece sumergir a la persona en una experiencia donde la tarea principal es el trabajo en el esfuerzo del cerebro. Por supuesto, no lo llama “alquimia”, pero en realidad podrá ser una escuela básica para cualquier alquimista. El primer objetivo es concentrar el cerebro y recién después ganar la nueva experiencia teniendo ya un cerebro correctamente sintonizado. En realidad, el ADN puede ser probado si uno posee frecuencias de nivel más alto que el cerebro es capaz de facilitar y si el ADN de la persona tiene inherente el esquema correspondiente.
Aquí surge la pregunta: ¿es posible hacer a las cadenas cumplir con funciones superiores? Es una cuestión compleja, puesto que hay que desconectar muchas dependencias del ARN y hay que hacerlo con cuidado y de manera sucesiva.
Al mismo tiempo, hay que entender la alimentación del cerebro que se basa en el esquema de la formación del fotón de luz ultravioleta que es capaz de crear un nuevo enlace químico a través de una energía de más alta vibración. En esto se apoya toda la radioterapia donde a la persona se le ofrece sustituir la función de alta frecuencia del cerebro con el impacto de la radiación.
Bueno, de verdad esto parece un poco un tiro al azar, pero la cuestión no consiste en si dará en el blanco, sino que en cómo el cerebro va a procesar el resultado. Éste debe poseer un determinado fondo (como de radiación) y entonces nuestro ADN podrá penetrar en aquello superior que tenemos inherente.
Un hecho interesante es que la nación más concentrada en la Tierra es la japonesa. Por otra parte, ellos todos están más expuestos a la radiación que el resto del mundo, pero al mismo tiempo tienen mayor esperanza de vida. Nos dicen que es porque comen productos frescos. No obstante, consumen alimentos más afectados por la radicación en comparación con la comida de otras naciones. ¿Cuál es la causa, entonces, de su resistencia? Simplemente tiene un cerebro que está correctamente sintonizado con su ADN.
Lo más interesante para nosotros es que no todos los japoneses nacen con un ADN perfecto lo que significa que su estilo de vida concentrado mejora y lo que es principal, cambia el ADN. Pero todo esto se realiza en un interesante micro-nivel. Cada ser humano de naturaleza tiene una cantidad de energía para pasar una determinada duración de vida. Todo el mundo aspira a alargarla, pero para hacerlo hay que cambiar el ADN. Por eso, para que uno viva más se necesitan dos condiciones. La primera – tenerlo inherente de naturaleza y la segunda – cambiar su ADN. Y un ejemplo para esta transformación son los japoneses. Todo lo demás es un negocio y falta de comprensión verdadera.
Y, ¿si enseñan a los japoneses cómo usar su sistema operativo conservado de naturaleza entonces, imagínense cómo serían los resultados? Para llevar el esfuerzo del cerebro de una persona común al esfuerzo del cerebro del japonés, se necesitan como diez años y esto en caso de que sea posible cumplir con esta tarea, dado que todo depende del individuo concreto. Pero, ¡los japoneses ya tienen un buen fundamento!
Aunque cabe decir que todas las culturas asiáticas tienen una comprensión física del enfoque gracias a su lenguaje jeroglífico. Aquí tal vez podríamos volver atrás varios siglos y hablar de los tiempos cuando el campo magnético no protegía a los humanos de la radiación, pero al mismo tiempo existían normalmente. Pero en aquel entonces esto incluso fue necesario, dado que en muchas culturas la consciencia, el cerebro, se consideraba como un cuerpo aparte, a través del que el espíritu de la persona se iba más allá para seguir viviendo. Y en la actualidad se puede encontrar suficiente número de pruebas físicas de este tema aparentemente esotérico. El único problema es que el hombre hoy en día ya no las necesita, puesto que para procesar muchos concomimientos se implica un cambio del pensamiento. Y esto no es un tema de deseo, sino que de capacidad.
Así que surge la pregunta si el campo magnético nos protege o impide a nuestra consciencia vivir en una vibración de más alta frecuencia. Y, para mí más interesante es la cuestión del Arte de alimentación del cerebro a través del pensamiento.
© Oleg Cherne